Un agente inmobiliario no solo media la venta o arriendo de propiedades en una empresa de bienes raíces; es el arquitecto de sueños y oportunidades. Esta figura esencial visita casas, apartamentos, locales comerciales, oficinas, bodegas o terrenos, y no solo habla con sus propietarios, sino que también moldea el valor de esos espacios.
El agente registra meticulosamente toda la documentación e información en la inmobiliaria, preparando así el escenario perfecto para que el inmueble brille en el mercado. Con múltiples propiedades bajo su tutela, el agente se convierte en el guardián de las expectativas de los interesados: ofrece información detallada, revela precios, guía visitas y navega por las complejas aguas de la negociación, asumiendo también algunos trámites legales.